martes, 23 de agosto de 2011

Lo efímero


Suele molestarnos la tremenda fugacidad de las cosas. Y hay demasiadas razones que alimentan el fastidio. Pero si lo pensamos un poco el hecho de que algo se termine -un fin de semana largo, un amor, un trabajo, una fiesta, un beso largo, un sueño corto- no le quita valor a ninguno de esos milagros. Al contrario. La condición efímera da más brillo, potencia y sentido a los momentos de alegría, goce, ruptura invisible del tiempo cronológico y banal. Burbujas de silencio en el desierto de los ruidos. Descanso, alivio, excitación. Todo viaje es efímero. Todo amor. Todo poder. Todo emprendimiento. La vida misma tiene un plazo y un destino. ¿Pero acaso esa condición leve y perecedera la vuelve menos valiosa?
L.

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