lunes, 29 de agosto de 2011

Un deseo bailado


No sé nada de tango. Pero me gusta escucharlo a veces y, sobre todo, mirar a las parejas que lo bailan. Sé que hay una famosa definición del género que relaciona sexo y tango. No la recuerdo ahora pero puedo entenderla. Ayer, en el festival del centro de exposiciones de Buenos Aires, pude comprobarlo viendo cómo funciona el abrazo tanguero, la mano del hombre que se desliza peligrosamente desde la cintura de la mujer hacia abajo, observando los cuerpos. Quizás el mundo necesite más tango y menos virtualidad. Más contacto y menos palabras. Porque si algo tienen de bueno el tango y el sexo es justamente eso. Lo que empieza en el abrazo y termina en algo demasiado parecido a la fusión nuclear.
L.

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