Estoy entrando en una política de anonimato, dice Paula mientras lee algo que no alcanzo a distinguir. Cae plena agonía del domingo. Por ejemplo dentro de poco -dice después- voy a borrar mis fotos de Facebook. Y lo que escribí también voy a quitarlo. Y lo que pensé. Y lo que no pensé. No estoy ahora en condiciones de discutir esa política de Paula que obviamente comparto. ¿Necesita su nombre el poeta para decir lo que dicen sus versos? ¿Hace falta la imagen de Cristo para aceptar sus milagros? ¿De qué sirve un documento de identidad si no es para ensuciar todo? Maldita huella digital. Paula está entrando en una política de anonimato. Lo hace en plena agonía del día mientras lee algo que no alcanzo a distinguir.
Y por ahora he resuelto borrarme con ella.
L.
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