martes, 26 de noviembre de 2013

La vida breve


Cuando en noviembre de 1950 apareció la primera edición de La vida breve, grandísima novela del autor uruguayo Juan Carlos Onetti, hasta su propio editor se asustó de haber invertido dinero en algo tan raro y complejo y difícil. De hecho pasaron muchos años hasta que la pequeña edición se agotara. Deberían pasar muchos más para que algunos lectores se acercaran al fuego. Decir hoy que La vida breve es ya un texto clásico de la literatura rioplatense no servirá de mucho. Convencer es infecundo, dijo alguna vez Walter Benjamin. La historia de Brausen, el escritor de guiones que se transforma sucesivamente en otros personajes, no ganaría hoy ningún concurso literario. Onetti mismo sería ignorado por los suplementos culturales, los lectores y la crítica en general. Y no sólo Onetti. Kafka sería una palabra sin sentido. Ni siquiera los hermosos poemas de Residencia en la tierra (Neruda) son leídos hoy en día. Esto no es una queja sino una comprobación. No hay motivos de lamento. Unos pocos seguirán, seguiremos, leyendo a Onetti, a Kafka, al Neruda menos popular, al Cesare Pavese amado y olvidado. Y seremos felices por ello y de ningún otro modo estaremos tan pero tan bien acompañados. 
L.

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