viernes, 1 de noviembre de 2013

Lima

Esta tarde en Lima llueve. Y no tengo ganas de vivir, corazón. Así empieza un poema del peruano César Vallejo. Un peruano del Perú. Y así termina también. Como la lluvia, como la vida, como los poemas, como el amor, como la última gota de deseo. Todo empieza y termina. Insensiblemente y de manera natural. A quién puede importarle que esta tarde llueva en Lima. O a quién puede interesarle leer estas palabras, un puñado de cerezas, desparramadas en un blog que ya nadie visita ni por equivocación. Las gentes están en los lugares que valen. Lima no vale nada. Este blog tampoco. Y que yo o el peruano César Vallejo no tengamos ganas de vivir es algo irrelevante. Otros vivirán después de todo y nada, otros vendrán como sexos a llenar los agujeros y la vida continuará, como un puñado de cerezas, o como un verso olvidado, hasta que se haga la hora y todas las cosas se resuelvan al mismo tiempo y de la mejor manera. O se vayan al diablo tal vez. Lo único cierto en esta tarde, que en realidad es noche o es pasado, es que en Lima llueve. Llueve como nunca. Y que no tengo ganas de vivir, corazón.
L.

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