No es fácil tender un lazo hacia los otros. Y una vez creado el lazo no es nada fácil mantenerlo. Lo primero es alojar al otro y a partir de ahí compartir sueños, ideas, planes. Pero si en vez de alojar al otro lo expulsamos el proyecto hace agua. No hay sueños, no hay ideas, no hay planes, no se comparte, lo que se dice, nada. En tal caso hay que volver al origen y alojar, es decir, concederle al otro un espacio donde haya un mínimo de amor, entrega, protección, cuidado.
Alojar entonces. No expulsar.
L.
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