Cae el castillo al suelo de suelas partidas. Cae al piso de piedra el castillo. Primero las torres altas, después las más bajas, finalmente los huesos de reinas de otras primaveras. Y también los caimanes que cuidaban el foso de entrada. Y las bellas durmientes que ahora despertaron y se fueron. Los pájaros negros y crueles, la zapatilla de Hamlet, los cráneos de viejos astrónomos, todos los que habitaban el caserón en derrumbe, todos se alejaron por fin con rumbo incierto. Cae la fortaleza donde tantas batallas se libraron sin éxito. Se desploma ahora mismo el castillo de naipes, ladrillos y enormes paredes de acero. Y esta noche, claro que sí, hay asamblea de fantasmas en la cuadra. No habrá leones esta vez pero sí estará la sombra amada, la del rey sin vida y sin corona, pequeño ser que dominas el instante que es todos los instantes.
L.
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