sábado, 24 de mayo de 2014

Lo inalcanzable

Lo más importante de cualquier cosa no puede ser explicado y mucho menos entendido. ¿De cualquier cosa? Sí, por ejemplo de un amor, de una noticia periodística o familiar, de una novela, de una película, de este blog, de lo que sea. Y si puede ser explicado y entendido es porque el hecho considerado carece de relevancia. Lo más curioso es que mucha gente se comporta como si pudiera explicar y entender a fondo todas las cosas. Basta leer lo que escriben los sabihondos en las redes sociales, los columnistas consagrados de los grandes matutinos, los académicos rutilantes y los malos escritores de ficción o los cronistas de la mal llamada realidad. Todos entienden todo. Los expertos, como se llaman a sí mismos, entienden y explican las causas más hondas, y, luego, sonríen plácidamente y se van a dormir o a comer felices de vivir en un mundo más transparente que un vidrio al que se ha pasado un trapo limpio y eficaz. Los videntes ven incluso más allá de más allá y más acá de más acá. Ni una duda. Ni una mínima confusión. Nada. Dos más dos son cuatro, el perro es perro, la maldad es maldad y el amor es más fuerte. Pero los que se sienten aún vivos y atentos no deberían engañarse. Lo más importante de cualquier cosa no puede ser explicado y mucho menos entendido. ¿Por qué? Porque la esencia de cualquier cosa es inalcanzable y escapa siempre de las balas asesinas. Huye más veloz que un ciervo herido en un bosque de altos y lejanos abedules.
L.

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