jueves, 29 de mayo de 2014

Palabra y acto

Se dicen demasiadas palabras a veces. Palabras llenas de ideas de avanzada y con clara tendencia progresista. Si fuera por las palabras que se oyen, todos o casi todos parecerían ser héroes, gente buena y dispuesta a dar la vida por los otros, por un mundo mejor, sí, hermosos y extensos discursos de los bien pensantes, posiciones de combate duro e intransigente, disposición de los conferencistas a firmar solicitadas públicas a favor de los humildes y los explotados, gente sensible que llora en la cama y en el cine, profesores muy comprometidos con la revolución política y social, académicos de altísima categoría y vasta formación. Demasiadas y bellas palabras. Hermosos discursos para seducir a divinas muchachas. Imbatibles y valientes promesas para todos y todas. Pero...ni un solo acto. Y en ocasiones el discurso comprometido va acompañado de un silencio demasiado parecido a la complicidad. Por eso. Entre la palabra y el acto resulta diez mil veces preferible el acto. El puro y simple acto del que pone el cuerpo sin que importen jamás las consecuencias.
L.

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