Mi padre me advirtió que no debía jugar con los sorbetes que encontraba en la playa. Con restos de cigarrillos no habría problema, pensé. Pero me equivoqué. Luego de una reprimenda no tuve otra opción que hacer agujeros. Al principio la tarea fue monótona. Las olas inudaban cualquier hueco por más grande y profundo que fuera. Elegí entonces una zona más árida y alejada de la orilla. Ahí observé que si insistía un poco encontraba agua. Y que si escarbaba aún más asomaban -muy abajo- pequeños destellos dorados. Me sentí una heroína por haber descubierto un tesoro en medio de la arena. Se lo mostré a mi padre. Pero él no vio nada.
A.
Para dar con tesoros hay que cavar hondo. Y lo que encontramos suele ser íntimo, luminoso y secreto.
ResponderEliminarRulo
Gracias Andrea, muy bueno. Es cierto, en tierras áridas un destello nos ilumininará seguro. Creo que lo importante no es si el resto lo ve, sino que ese destello vea su propio brillo.
ResponderEliminarAndrea tu texto me recuerda una vieja canción de Toney Bennet que decía :Sé curioso, experimenta...tratando de alentar la inquietud imprescindible para que cada uno sea fiel a sus sueños y los persiga. No perder la capacidad de asombro es lo que podría ayudarnos a descubrir destellos dorados en medio de tanta tierra.
ResponderEliminarGraciela B
Que lindo.
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