viernes, 2 de octubre de 2009

El gato que amaba demasiado


Todo empezó en Felino’s, un bar irlandés de Mar de las Pampas cuya fama se debe más a un detalle del servicio –las camareras atienden en ropa íntima- que a la calidad de los tragos. Mi gato Grusswillis terminaba de ver al marrón y a la siamesa -de la que sigue enamorado- entrando a Catlove, un albergue transitorio mal disimulado entre los pinos. Fue humillante confirmar que su gata entrega el cuerpo a un sucio traficante de track urinary. Esta vez la verdad lo deprimió severamente. Primero intentó un suicidio en el mar al estilo Alfonsina. Pero enseguida abandonó la idea al comprobar que el agua estaba helada. El paso siguiente fue empezar a beber sin parar. Alguien lo invitó a participar del grupo de autoayuda Gatcólicos Anónimos. Ahí explicó que hasta después del abandono jamás había probado tantos litros de leche mezclada con vino. Sumido en un grave estado de ebriedad dijo también que todas las gatas son putas y que no dejaría el alcohol hasta recuperar el amor de la siamesa. Uno de los anónimos trató de inculcarle el pensamiento positivo. Le aconsejó seguir el admirable ejemplo de Gatúbela, heroína de los techos que sólo bebe Gatorade, energizante natural de resultados inmediatos. Por la vía saludable –insistió el converso entusiasta- ella se salvó de la enfermiza relación que mantenía con Batman. Según me contaron los testigos, este último comentario superó la escasa paciencia de Grusswillis. Mientras se retiraba furioso del lugar pensó que aunque todos los amores sean falsos hay algo verdadero que los mueve hacia adelante. Cuando una prestigiosa psicogata de Las Pampas escuchó la impostura, le sugirió a mi gato que mejor se inscribiera en un grupo de reflexión más acorde a su pronóstico reservado. Y así fue que Grusswillis fue uno más en las reuniones de un nuevo taller autoinútil que se reúne en un médano secreto de Las Gaviotas, a metros de la playa principal. Es el de los gatos que aman demasiado.

L.

7 comentarios:

  1. Esta historia de Grusswillis supera a todas las demás. Gracias por no abandonar este relato de amor y humor absurdo.
    Giselle

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  2. A veces leo el blog y justo hoy lo hice, en una mañana en la que estoy tomando sol con mis gatos. Saludos a Grusswillis y a Luis.
    Amaranta

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  3. Grusswillis ya que estás en la playa te paso unas líneas de Hölderlin:
    "La ola de la vida no rompería tan alto
    en espuma convitiéndose en espíritu, si no se le opusiese la vieja y sorda roca del destino"
    Algo bueno te espera. Tengo un buen presentimiento. Celebro que el agua haya estado fría.
    Graciela B

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  4. Sigo pensando, y aún más después de leer este texto, que nos parecemos a los animales. Yo lo voy a acompañar a grusswillis a emborracharme, es una buena opción cuando nuestro felino se va por otros techos, o simplemente decide no continuar.

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  5. ¡¡Gracias Luis!! Los textos y las canciones de tu blog me alegraron la tarde. ¡Qué hermoso es Grusswillis! Jamás criticaría a un dios felino pero me parece que el minino tiene toda la pinta de amarse demasiado... a sí mismo!! ¡¡Gracias de nuevo!! Besos, Iberia.

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  6. los gatos y gatas que amamos demasiado siempre recordaremos a Grusswillis. beso

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  7. Me parece que tu gato, Luis, disfruta con el duelo. Si es así no tiene cura.
    Emiliano

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