Los críticos de arte -los medios en general- suelen decirnos que el erotismo es fino (culto) y que la pornografía es sucia. Según esa burda simplificación un acto sexual evidenciado en toda su crudeza resultaría políticamente incorrecto. No así el baile del caño. No así los cuerpos patéticamente exhibidos por tevé. El cine erótico que muestra ropas por el piso (después de una cena romántica) y un posterior desayuno donde la mujer se cubre los pechos con la sábana, es visto como un gesto de buen gusto. Voy a resumir. El verdadero debate que se plantea no es entre erotismo y pornografía sino entre honestidad y fingimiento. Entre ser y parecer. No estoy haciendo cuestionamientos morales. Porque si llevamos el tema a ese terreno conviene recordar que no hay películas, novelas, poemas o cuadros inmorales. Apenas obras bien o mal realizadas.
L.
Pienso igual. La tele es un asco y todos contentos. Un desnudo crudo y sin adornos, en cambio, genera cuestionamientos. El mundo intelectual y concheto se horroriza ante las palabras sucias de Maradona (que no apruebo) pero no lamentan tanto la obscenidad cotidiana de la pobreza y el horror.
ResponderEliminarCarlos Noronha
¿mal o bien realizadas?... quizás... de todas maneras enfocaría la mirada para el lado de la intención con que se valora y normatiza un modo de.Sobretodo si estamos hablando del "uso" de los placeres...
ResponderEliminarDebería fusionarse lo pornográfico con lo erótico, siempre. Creo que la sexualidad es eso. Sería estúpido pensar que una cosa no tiene la otra, en este juego coexisten las dos fuerzas.
ResponderEliminarLa televisión, las películas (o el medio que sea) deforman, transforman o cambian este sentido, deprenden la fusión, para alcanzar un objetivo "x" con el argumento de vender un producto, generar cierto impacto, etc.
Creo que una tenue línea separa lo erótico y lo pornográfico. Díria en principio que uno sugiere y otro muestra. Su utilización dependería de la intención del artista. La vulgaridad va tejiendo su telaraña en pensamientos, conceptos y palabras. Ayudan así a estigmatizar una obra o generar un debate ficticio. Una obra bien o mal realizada es lo que cuenta.
ResponderEliminarGraciela B