Nos educaron para endiosar lo útil. Todo lo que existe tiene que servir para algo. Hasta el ocio. El sexo para procrear, el periodismo para informar, el arte para entretener, estudiar para ser alguien, morir para ser nadie. Lo inútil resulta así la mayor desgracia. Y -sin embargo- la verdadera vida suele asomar a veces en terrenos carentes de virtud y practicidad. A Borges le irritaba especialmente que le preguntaran para qué sirve la literatura. Le parecía una pregunta idiota y solía responder que a nadie se le ocurriría preguntarse cuál es la utilidad del canto de un canario o la ventaja de un crepúsculo en el mar. ¿Para qué sirve caminar bajo la lluvia? ¿Para qué la playa, los Beatles, leer este blog, besarse, soñar?
Luis
Luis
Tal vez debiéramos de tanto en tanto deseducarnos para volver a sentir, contemplar y redescubrir el valor del ocio.
ResponderEliminarGraciela B
Tal vez deberíamos cambiar el significado de la palabra ocio. O cambiar el significante ocio por otro que no lo identifiquemos con el mismo ocio sino con un momento de plenitud, goce o parsimonia.
ResponderEliminarEn fin ocio, es una palabra propia de este sistema. Digo, ¿no?
Es cierto. El ocio tiene un significado peyorativo. En este mundo es central la expresión "perder el tiempo". Como si los segundos pudieran ahorrarse, intercambiarse, comprarse, ganarse. Creo que esto tiene que ver con el miedo a la reflexión. A encontrarse de repente en silencio y con plena conciencia de la soledad -y de la muerte-.
ResponderEliminar¡Buen blog!
Rocío
Estoy de acuerdo con Graciela. Tenemos que desprogramarnos un poco si no queremos terminar en la mierda del sistema.
ResponderEliminarOmar
Esto es un blog y no mondongo.
ResponderEliminarTom Lupo.
Inútil. Habrá de ser inútil, nuevamente,
ResponderEliminarsuspender de la noche, sobre densas corrientes de follaje,
la imagen demorada de un porvenir que alienta en la memoria;
penetrar en el ocio de los días que fueron dibujando con terror y paciencia
la misma alucinada realidad que hoy contemplo,
ya casi en la mirada;
repetir todavía con una voz que siento pesar entre mis manos:
-Alguna vez estuve, quizás regrese aún, a orillas de la paz,
como una flor que mira correr su bello tiempo junto al brazo de un río.
Fragmento de Cabalgata del Tiempo, Olga Orozco
Para qué besarse...?
ResponderEliminarbuena pregunta, casi la única que nos responderá para qué estar vivos?
abrazo