El cuerpo y la verdad suelen ser evasivos. El uso de ropa separa al ser humano del reino animal. Sólo nosotros podemos desnudarnos de algo que por algo nos agobia. Ni los caballos ni las avispas tienen ese problema. La exhibición del hombre y la mujer puede ser rutinaria o incitante. Pero el impacto raramente será el esperado. A unos centímetros los cuerpos se parecen. Si la distancia es aún menor el observador verá diluirse el conjunto en una serie informe de líneas que poco a poco se irán velando hasta casi desaparecer. Veremos hombros, pechos, muslos, pies, montículos, pelos, huecos, bahías, penínsulas y nos maravillaremos con su tibieza. Pero el conjunto, por más íntimo y excitante que resulte, seguirá oculto. La figura humana tiende al silencio. Quizás el amor sea el único desnudo verdadero. Pero el amor -como la verdad- suele ser evasivo.
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Nunca la desnudez será completa. Algo queda oculto. Pero eso poco importa. El deseo se alimenta de imposibles.
ResponderEliminarLaura
No sé si desnudos, no sé si ocultos, no sé si juntos. Esquivos e imprescindibles,amor y verdad animan cuerpos que buscan encontrarse. Tal vez algo quede oculto. El misterio es parte del juego.
ResponderEliminarGraciela B
bellísimo y tan cierto como nosotros leyéndolo...
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