El cohete acaba de estallar. Tres astronautas flotan a la deriva con plena conciencia de la situación. Mientras se disparan como flechas mudas al universo dos de ellos discuten sobre tonterías. Las voces se escuchan claramente en el vacío. El tercero se precipita lento en la atmósfera. Como un astro. Mientras se consume el hombre entiende que su vida no tuvo sentido. Fue egoísta, mezquino, indiferente. Un inútil. Gradualmente su cuerpo se inflama como una bola de luz y desaparece. Allá abajo, en un jardín, una niña mira el cielo tratando de adivinar a qué se parecen las nubes que pasan. Su mamá cuelga ropa en una soga. Algo brilla y se apaga en el infinito. Emocionada y feliz por el hallazgo, la niña corre con la noticia de que ha visto una estrella fugaz. Pensá tres deseos, dice la madre.
L.
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