lunes, 21 de noviembre de 2011
El enemigo está adentro
Los recientes asesinatos de niños en la Argentina (Candela, Tomás, etcétera) demuestran que, con demasiada frecuencia, el enemigo está adentro y no afuera. La sagrada familia -tan ensalzada como paraíso por la Iglesia, los políticos, los militares y los buenos en general- puede ser un infierno interminable. Lo dice mejor que yo Ricardo Ragendorfer en una nota que acabo de leer. Lo que sorprende, dice este experto en casos policiales, es la catadura de los victimarios. No se trata ya de monstruos ligados al delito. Son, en cambio, ciudadanos intachables y vecinos diligentes. Los crímenes de niños ponen al desnudo las pulsiones propias de la llamada parte sana de la población, es decir, la que se rebela contra la ola de robos, la que se opone a los derechos jurídicos y humanos de los delincuentes, la que reclama más presencia policial en las calles, la que llena de alarmas sus hogares sin reparar que justamente ahí podría anidar el verdadero corazón de las tinieblas.
L.
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