sábado, 26 de noviembre de 2011

Vaciarse


La sociedad de consumo pretende llenarnos de todo hasta vomitar. También los malos maestros, los curas y aún algunos padres. ¿Llenarnos de qué? De frases hechas, de máximas y mínimas, de ideas precocinadas, de argumentos, cosas, estructuras. Acabar con eso y vaciarse. Es la mejor opción. Desde la Edad Media este camino ha sido rechazado por estéril. Se difundió mucho el horror vacui, es decir, el pánico al vacío. Pero el vacío, al igual que el silencio, es como un recipiente dispuesto a llenarse siempre. Un útero. Una boca. Un sexo. Una pantalla en blanco. Vaciarnos de muebles, de papeles, de porquerías acumuladas en la casa desde hace años. Hacer limpieza, claro, para poder ensuciarlo todo a voluntad.
L.

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