Dividir el mundo entre malos y buenos no sólo es un error metodológico. Es, también, una simplificación burda que nos aleja del pensamiento, del difícil y diverso entramado humano, de aceptar por fin que la realidad es compleja y rara por naturaleza. El otro problema que se presenta es cómo ubicarnos a nosotros mismos. ¿Estamos realmente del lado de los buenos? ¿Combatimos como se debe a los malos que pueblan el mundo? Cualquier respuesta a estas preguntas sería absurda para no decir estúpida. La humanidad se compone de todos los colores de la paleta. La vida y la muerte, el horror y la maravilla aparecen mezclados en la obra. Dar con ellos en estado puro puede llevarnos toda la existencia y aún así no sería fácil establecer un perfecto claroscuro. Ni malos ni buenos. Ni Dios y el Diablo en la tierra del sol. La vida no se deja ni definir ni atrapar ni clasificar. Habrá que aprender a convivir con ese imposible.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario