lunes, 28 de mayo de 2012
El nadador
La mar es mujer. Por eso no le digo el mar sino la mar. Un nadador largo, musculoso, húmedo y vibrante nada más allá de la segunda rompiente. Nada veloz y profundo hundiendo en lo oscuro su cuerpo grande. Se sumerge a veces adentro y muy adentro de las aguas. Las aguas son mujeres y por eso no las llamo el agua sino las aguas. Pasado algún tiempo el hombre nada hasta la orilla y sale por fin de la mar. Hasta hace muy pocos instantes ha estado adentro y muy adentro de las aguas. Pero sigue sin entender el sentido último y precioso de la mar que, como se ha dicho, es mujer, y, por eso mismo, es inalcanzable para el hombre y para todos los hombres.
L.
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