martes, 22 de mayo de 2012

Energía desperdiciada

Una de las principales objeciones que suele hacer mi analista a mi comportamiento es el mal uso de lo que en psicoanálisis se llama energía libidinal. Aclaro que el concepto aludía en su origen a la pulsión sexual pero luego fue ampliado por Freud a la energía vital en un sentido amplio. Mi analista suele decirme que invierto demasiada energía libidinal en cosas que no la merecen en absoluto o que no puedo modificar ni siquiera un poco. Me alienta, por elevación, a redireccionar la fuerza hacia proyectos propios relacionados íntimamente con el deseo y a no malgastar horas y horas de mi vida en un campo indiferente y ciego. No creo que se trate de un problema estrictamente personal y por eso lo vuelco en este espacio. Todos o casi todos malgastamos angustias y esfuerzos y trabajos en personas y situaciones que de ningún modo merecen semejante nivel de sacrificio. Entiendo la idea. Concentrarme en lo que importa. Apuntar mejor la flecha del eterno cazador de sí mismo. Pero entender una idea, eso también lo aprendí, a veces no alcanza.
L.  

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