jueves, 26 de julio de 2012

Escena



La casa de los muertos fue vendida al menudeo. El padre ya no está en la foto. La madre no recuerda nada. La novia arroja el ramo a las estrellas. El jardinero enterró su último plantín. La entrepierna de la dama todavía está mojada. La brisa ya es viento y el viento un temporal. Oscuramente vuelan por el cielo las hojas amarillas. La tortuga descansa en paz, los divinos hijos han nacido, Adán y Eva discuten por una cuenta sin pagar. Alguien enciende una fogata y apaga los ecos. Dan un poco de pena las cortinas, los libros consumiéndose de a poco, la mesa de roble convertida en súbita ceniza. Queda una marca de uñas en el tronco, una huella de zapato en el césped y un para siempre borroneado en un papel. Va a llover, ya está lloviendo, que el último apague la luz endemoniada.
L.

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