Tambaleas, te agachas hasta el suelo por un pedazo, luego por otro y finalmente por otro más. Intentas la reconstrucción después de un día tan largo y sucio y pesado. Te viertes, te sacudes, buscas más arriba con la mano y también abajo, luego más abajo y finalmente más abajo todavía. Intentas la reconstrucción de lo que queda del día. Levantas el teléfono y lo vuelves a dejar. Hablas de tú. Abres un libro y luego otro y finalmente otro más en la página equivocada. Intentas la reconstrucción y pides lo imposible.
L.
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