Problemas para manejarme con el mundo real. No sé bien cómo funcionan los cajeros, cómo se pide un crédito, cómo se arregla una canilla o un motor. Escudarme en mi dudoso carácter de poeta que vive en la alta nube no alcanza. ¿De qué cielo hablo? Tampoco sirve aferrarme a mis relativos conocimientos intelectuales. Cocinar, arreglar artefactos, conducir autos, hacer la cola en el supermercado. Eso es lo que vale. Lo demás, las ideas, algún poema, un relato, una enseñanza de algo, un blog...No digo que se trate de cosas completamente inútiles. Pero la vida oscila entre la piedra dura y el agua blanda. Agua de verdad. Piedras de verdad. Los trámites bancarios pueden ser odiosos. Los cables del teléfono quizás no tengan el encanto de una fábula de amor. Pero, diría Lacan, la vida no es sin eso. Dicho de otro modo. Se empieza a volar caminando.
L.
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