Mi mejor amiga no sabe que hoy es el día del amigo. Si lo supiera le molestaría mucho que justo hoy la llamara o le enviara un mensaje con una de esas frases hechas de las que tanto nos reímos. Ella es amiga de verdad. Eso quiere decir que el vínculo que nos une vale por sí mismo. No requiere de títulos, florcitas, canciones y demás formalidades. No depende de nada. La relación que construimos es imbatible. Raramente nos vemos. No vamos a tomar café. Hablamos por teléfono una que otra vez. Y en esas conversaciones nos dedicamos a pensar juntos tal o cual asunto, es decir, no intercambiamos noticias, no nos contamos historias personales, no perdemos tiempo en hojear los diarios. Hasta es posible que María y yo no volvamos a hablar o vernos durante diez o veinte años más. Ella es mi mejor amiga. Yo soy su mejor amigo. Eso nos libera para siempre de insufribles ceremonias y, sobre todo, de palabras inútiles.
L.
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