lunes, 5 de mayo de 2014

En caliente

El problema de escribir o pensar en caliente es que el resultado final termina siendo frío, indiferente, copia fiel de una copia de otra copia. Y lo de caliente nada tiene que ver con la pasión erótica sino más bien con lo anodino, lo que sucede e impresiona por el solo hecho de ocurrir, esa cosa de suponer que los eventos cotidianos tienen algún valor en sí mismos. Y no lo tienen, claro está, a no ser que decanten en nosotros como un líquido espeso que va hacia abajo y hacia adentro, como la densidad del tiempo lento, como una foto adivinada desde muy lejos en una playa donde lo principal, el mar, sigue estando aunque nadie lo vea (ya) ni se caliente con él.
L.

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