miércoles, 7 de mayo de 2014

Ficción en derrumbe


No son buenos tiempos, estos, para la ficción. En general se prefiere el realismo a ultranza, lo común, lo de todos los días, lo vulgar pero cierto, eso que abunda y agota en las redes sociales. Las noticias tomadas como hechos, los hechos tomados como el agua, el agua tomada aún desde vasos vacíos para siempre. Las películas, para ser vistas, deben basarse en historias reales. Las novelas, para ser creídas, deben explicar todo incluso aquello. Los amores, para ser aceptados, deben terminar bien a la manera de las novelas que leía y llevaron al suicidio a Emma Bovary. Los chicos del Mayo Francés se pondrían a llorar si vieran este mundo de realidades sin encanto y opacas. Los surrealistas se sumarían al duelo. Frida Kalho volvería sin dudarlo a su universo de piquetitos y soñados autorretratos. ¿Está prohibido soñar? Parece que sí. La imaginación debe ser duramente castigada. Ahora todo está claro. El perro es perro y nada más. Lo único que importa es sacar la basura a la noche y reclamarle al portero, mañana, por la fiesta que hubo en el segundo B.
L. 

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