En este lugar sagrado donde viene tanta gente no se ven huellas de los pasajeros. Uno sabe, sospecha que hay visitas de fantasmas en la casa virtual. Se huelen en algunos casos, se palpan en otros, casi siempre la voz de alguien se hace oír en sordina por los pasillos. Pero los invisibles del blog son definitivamente invisibles. Apenas se los registra por adivinación o esperanza vana. Se supone que alguien suspendió el viaje para quedarse un rato en la estación. Duelen los pies a veces, la cintura cósmica, la garganta seca del diablo. Y aún sin saber quiénes son los invitados uno los deja estar. Y aún sin conocerlos se los extraña como a esos amigos con los cuales no se habla nunca. No podemos saber si realmente están o ya se han ido. Pero algo nos deja pensar que los invisibles del blog pasean por acá.
L.
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