viernes, 2 de mayo de 2014

La nube en pantalones

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Una canción de épocas remotas dice algo así o más o menos así. Y es verdad. Uno vuelve o cree que vuelve a sitios donde cree haber amado la vida alguna vez. Pero el viaje decepciona. El paisaje de los viejos sitios ya no es igual. El bello jardín se ha cubierto de taladros, basura y edificios. La vida amada y endiosada pasa a ser odiada en el duro presente con un fervor similar al de los tiempos idos. Los cuerpos hermosos han caído en lento derrumbe. Los sueños de ayer son ahora pesadillas. ¿Hay que aprender a vivir sin espejismos? Un camino posible es volver de donde se ha vuelto y aceptar las cosas como son. Pronto descubrimos que el realismo a ultranza no dura mucho y fracasa. Entonces uno se encanta con alguien, una especie de ave migratoria y dulce que de algún modo evoca los viejos sitios tan amados. Surgen entonces el apego, la fantasía, el encanto, la nube en pantalones, el cielo azul que nunca se nubla. Y qué hermoso vuelve a ser todo nuevamente. Pero qué inútil también.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario