Un hombre y una mujer dialogan como pueden y a los gritos desde sus respectivos automóviles. Alcanzan a cambiar unas pocas palabras mientras el semáforo en rojo frena por algunos segundos la carrera loca de sus vidas. El ritmo ululante y febril de la ciudad vuelve a convertirlos en náufragos de un rezo inconcluso. Esta historia de almas en fuga -abordada por Sinal fechado, el tema musical que se reproduce abajo- recuerda el diálogo de los cibernautas por chat. Quién lo ha probado lo sabe. Alguien adopta una personalidad y una edad que pueden ser modificadas sin límite. Otro sigue sus pasos desde lejos. Se establece así un contacto virtual y flotante entre fantasmas. ¿Hay alguien ahí? Como una nube de abejas africanas las manos acuden al teclado. El espacio empieza a llenarse de todo tipo de signos que el anonimato convierte en actos doblemente frustrados. La conversación, o algo que se le parece, suele terminar de pronto por causas ajenas a la voluntad de los protagonistas. La pantalla se oscurece y el zumbido se amortigua hasta desaparecer. Los virtuales amantes vuelven a preguntarse en la neblina si de veras hay alguien ahí, y si acaso no sería mejor volver al olvidado reino de las palabras y las cosas.
L.
Impecable!, creo en el reino de las palabras y las cosas, creo en el reino de la realidad soñada con una piel a la que acariciar por absoluta elección de las palabras y las cosas compartidas.
ResponderEliminarTexto memorable que llevo a mi blog, con fuente y blog incluido...gracias!