Una anciana me pregunta si hoy es domingo. El viento sopla fuerte. La pañoleta que cubre su cabeza amenaza con desatarse. Alguien me insulta al cruzar la calle. No tengo miedo y cierro los ojos. Ahora busco los caracoles que salen después de la lluvia. Abajo de los bancos solo hay pasto y flores amarillas. La anciana vuelve a preguntar. Y no sé qué decirle.
A.
Quizás sea domingo y no lo sepamos. Quizás no haga frío y no haya insultos. Quizás los caracoles aparezcan, por fin, dejando la inmundicia atrás. Hermoso texto.
ResponderEliminarC.
Parece definitivamente domingo... en 72 horas estaremos en el miércoles.
ResponderEliminarTu texto me hizo recordar que yo también hablé con una anciana hoy; a ella lo que le preocupa es conseguir un puerco, engordarlo para matarlo y comerlo en nochebuena. Solamente le pude decir: hay tiempo todavía.
Anciana, vieja, ¿qué mas da? Los dos se han perdido lo suficiente como para no saber qué día inventó el hombre para ese día. Los caracoles, ajenos, retornan satisfechos a sus escondites de día.
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