Deseché un largo viaje y me dirigí a un parque cercano. Sobre la superficie del lago se deslizaban dos o tres patos. A mi lado una pareja se besaba como suelen hacerlo las parejas en los parques. Había empezado a llover. Las gotas producían ligeras obturaciones en el agua quieta. Un perro inesperado amenazó a los patos que rápidamente se alejaron de la orilla. Me vi en ese espejo y, días después, emprendí un largo viaje.
L.
L.
Que lindo, ¡¡ideal para un día nublado!! Muy bueno, Luis. Jesy
ResponderEliminarQue placentero es sentir las gotas de lluvia, saladas. Entre los ojos, entre los labios, entre los dedos.
ResponderEliminarMagalí
Tâo calma é a chuva que se solta no ar
ResponderEliminar(Nem parece de nuvens) que parece que nâo é chuva, mas um sussurrar
Que de si mesmo, ao sussurrar, se esquece.
Chove. Nada apetece.
Fernando Pessoa
Sé que lo debés conocer Luis y supuse que te gustaría.
Saludos
Magalí