El mar se estira y supera todas las marcas. Se alarga. Avanza lento y cansado. Desafía una vez más la ley del mundo. Pero hay un punto donde frena. Retrocede. Prueba otra vez. Sabe que está solo y sin fuerzas. Insiste. Quiere inundar la playa, los campos, las ciudades. Quiere empujar los límites hasta el fin. El mar está enfermo. La obsesión no lo deja en paz.
L.
L.
Soy el mar... aún sin marcas superadas.
ResponderEliminarJ.
Si de eso se trata, prendamos velas entonces para que la obsesión no deje en paz al mar, ni a nadie.
ResponderEliminarEse mar, tambíén, quiere todo. ¡Y todo no se puede!
ResponderEliminarRosita
Me gustó mucho el texto. Y me siento un poco identificado con el mar (al menos en los constantes intentos). Abrazo.
ResponderEliminarA mi también me gustó ese texto, mucho. Me quedé con lo de la obsesión, uno de mis padecimientos. Cuándo me enamoro invariablemente me obsesiono, aveces siento que en lugar de una pareja, tengo un rehen.
ResponderEliminar