Son penosas las migraciones que los peces emprenden en tiempos de desove. Ellos se mueven impulsados por el hambre, la memoria y el amor. No esperan más aquella madrugada. No sueñan con volver. Pero tampoco se conforman. Buscan -en el acto de sentir y nadar contra la corriente- la justificación de sus vidas.
L.
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