El pasado no pasa. Hacemos todo tipo de esfuerzos por abolirlo, cerramos la puerta con doble vuelta de llave, inventamos un presente colmado de maravillosas luces. Avanzamos seguros por la ruta de los ganadores. Pero tarde o temprano el recuerdo asoma como obstinada mancha. Podemos pintar arriba pero es inútil. Lo reprimido insiste, golpea, muerde, succiona y se abre paso hasta adueñarse del mundo, casa tomada. No hay opción. Habrá que aprender a convivir con el intruso.
L.
Lo increíble es que somos nosotros los que no lo dejamos ir por miedo a perderlo haciendo que el pasado nos pese. Y vivimos como tontos arrastrándolo, recurriendo a él cada vez que necesitamos alguna justificación.
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