El almohadón de plumas es un relato escalofriante. También la vida resulta, a veces, una mezcla de belleza y horror. Horacio Quiroga, el autor casi uruguayo/casi argentino, era algo bastante más incómodo que un almohadón de plumas. Algunos datos de su biografía alcanzan para entender algo. Quiroga nació en 1878. Su padre se mató en una cacería. Su padrastro, paralítico, se disparó un tiro de escopeta cuando el aún joven escritor tenía 17 años. Unos pocos años después, examinando una pistola de duelo, Quiroga mató a Federico Ferrando, su mejor amigo. Su primer amor fue turbulento y breve. Se dice que fue amante de Alfonsina Storni. Se sabe que casi toda su familia se suicidó al igual que la autora de Voy a dormir. También él se quitó la vida en febrero de 1937. Antes de eso, en 1928, chocó con su automóvil y se mutiló una mano. Y antes aún escribió los Cuentos de la selva y un notable conjunto de relatos que alcanzarían para asegurarle gloria eterna. Entre ellos A la deriva, Un peón, El hombre muerto y, por supuesto, El almohadón de plumas, historia, como la del autor, de una lenta, fulgurante y demorada extinción.
L.
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