jueves, 3 de mayo de 2012

Navegante o náufrago



Hay dos maneras de relacionarse con el mar. Una es la elegida condición de náufrago y ser víctima por decisión propia. Básicamente consiste en culpar al mar por todo lo que pasa, no mover siquiera los brazos, resignarse al vaivén de la marea. La segunda forma de relacionarse con el mar es convertirse en navegante o surfista, nadador en estilo libre, incluso en sirena o  guardavidas. Hay también dos maneras de relacionarse con las olas. Una es enojarse con ellas, maldecir la espuma, temer el revolcón y llorar de rabia. La otra consiste en clavar el cuerpo dulcemente como una lanza de niebla, o como un sexo audaz, en ese hueco de agua tibia y gigante que tanto puede matarnos como darnos vida y alegría para siempre.
L.  

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