viernes, 6 de julio de 2012

¿Es real la vida real?


Lo evidente, lo común, lo de todos los días...¿Sólo de esa fuente beberemos? ¿Es mejor una película basada en una historial real que otra nacida de un deseo irrealizable? Un perfil de Facebok cosecha un sinfín de manitos levantadas si el autor detalla lo que está comiendo y cuenta, entre otras aventuras, que hace un rato fue al baño. Los realitys muestran la vida en directo. Una joven duchándose, una pareja haciendo el amor ante las cámaras, cosas así. Las ventajas de una existencia puramente carnal y periodística resultan imbatibles frente al opaco mundo de la poesía, la imaginación, las fantasías de cualquier especie. El erotismo no se ve. O sea. Ya fue. De ahí el éxito de la pornografía cotidiana. Nadie puede tocar o comer angustias, amores, dudas, fulgores de raro encanto. Pero, ¿está realmente viva la vida real? ¿deberíamos renunciar a la verdad del arte y los sueños en nombre de una perfecta hoja de lechuga?
L.

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