Informa un diario español que acaba de ser descubierta la hormona de la felicidad. El autor de tan notable hallazgo es un tal Paul Zak. El hombre le ha dado otros nombres a eso que llama oxitocina, a saber, hormona de la moral, molécula del abrazo, hormona de la confianza y la ternura, etcétera. Cuenta Zak que hace poco hizo un experimento revelador con los machos de una especie de ratones de la pradera. Son animalitos de naturaleza promiscua, célebres por los frecuentes cambios de pareja. Cuando se elevaron sus niveles de oxitocina en condiciones de laboratorio esos roedores se volvieron amantes apasionados y, además, monógomos incorruptibles. Todo solucionado entonces. No hay ya ningún problema, ningún conflicto, ninguna angustia. Llegó por fin el siglo de la felicidad hormonal.
L.
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