Esto se relaciona con el texto de abajo y la unión posible viene de una verdad generalmente aceptada según la cual el hombre no es capaz de concebir la felicidad en el lugar y tiempo donde vive. Todo lo bueno está lejos. Nada más simple que querer salir de un lugar donde todo, al menos en apariencia, va mal. La felicidad no está jamás en el aquí y ahora sino, por decir algo, en Dinamarca, en una isla de la Polinesia, en un París mitificado por un viajero embobado, en esas divinas tierras de nadie que nadie, vale insistir, conoce ni conocerá. La huida no soluciona pero seduce como una mujer misteriosa y esquiva. Finalmente, acaso tarde, uno comprende, siguiendo a Borges, que los únicos paraísos son los paraísos perdidos.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario