miércoles, 19 de septiembre de 2012

Fragmentos

La vida no es una continuidad. Tampoco se la puede ver como un cuento armado -según la vieja y sabia lección- por comienzo, nudo y desenlace. La vida se parece más a un rompecabezas y a veces a un rompehuevos. Los días se componen de fragmentos que poco y nada tienen que ver entre sí. Un hombre y una mujer duermen juntos una noche. En realidad no duermen pero la aclaración no modifica los hechos principales. A la mañana siguiente el hombre toma un avión que lo llevará a China donde debe realizar negocios y encontrarse con su esposa. La mujer con la que durmió, cogió o como deba llamarse a lo que hicieron debe hacerse cargo de su pequeña hija y, luego, ir de compras al mercado. En la tarde leerá dos páginas de un libro y en la noche pensará en matarse. El hombre, que ya no está en Beijing, mastica chicle mientras camina por la calle de una ciudad desconocida. Empieza a llover y debe refugiarse en la sala de espera de un dentista. El dentista pinta cuadros en sus ratos libres. Los mal llamados rebeldes sirios ofrecen veinticinco millones de dólares por la cabeza del presidente Bashar Al-Assad. Ni la mujer ni el hombre que habían dormido juntos conocen esa información. Pero un familiar cercano a uno de ellos mira el titular al pasar por un quiosco. La vida no es una continuidad. A veces ni comienzo tiene. En ocasiones falta el nudo de la historia. Lo que no falta nunca es el desenlace.
L.

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