Más allá de los hijos, la practicidad económica o la pertenencia en pareja a una misma obra social, el amor verdadero resulta altamente productivo. Lo es en un sentido sutil y no tanto visto desde la utilidad. Cuando surge el amor entre dos personas ambos se transforman y adquieren virtudes mágicas. Tal vez no se den cuenta pero así es. El amor pasa a guiarlos y a dirigirlos. Los dos integrantes del enlace afectivo tienen la grandiosa posibilidad de hacer cosas que anteriormente les parecían imposibles. Viven en una realidad dotada de nuevas dimensiones. Están, incluso, mejor preparados que otros para soportar lo insoportable.
L.
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