viernes, 4 de noviembre de 2011

Decir no


Toda persona se convierte en persona luego de un doble y esforzado movimiento. Uno de ellos es la demolición, palabra que rima con negación y que no rima con rechazo aunque tiene que ver. ¿Pero negar qué? ¿Demoler qué? ¿Rechazar qué? Más allá de las respuestas posibles toda persona se convierte en persona cuando descubre que no es otra, es decir, cuando se convierte en un ser independiente de los demás. Esto parece una obviedad pero no lo es. Esto parece una oda al individualismo pero tampoco lo es. Decir no es el comienzo de la libertad personal y colectiva. Decir no es la afirmación más potente. Decir no es tomar distancia de las ideologías dominantes y también de las no dominantes. Salvar la dignidad, mantener cierto equilibro, nacer quizás por segunda vez. El otro movimiento requiere la construcción de puentes hacia los demás. Esto último es fundamental dado que la mismidad aburre, cansa, pesa. Lo ha dicho Kafka de manera clarísima. Si el mundo se te opone debes ponerte del lado del mundo. ¿Por qué? Porque también el sí nos constituye.
L.  

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