martes, 3 de julio de 2012

Autobiografía



La memoria selecciona, escribe, niega, borra, reescribe. Es obscena e infiel. Yo también. Fui periodista en los principales diarios y semanarios argentinos, hice notas en revistas coquetas, hablé por radio, por favor y por teléfono, escribí una obra de teatro y gané un premio, fui finalista en un concurso de ensayos, recibí un diploma por mi trayectoria, publiqué libros que fueron leídos con desconcierto por amigos y enemigos. Creí en la revolución y trabajé por ella. Hoy mis pretensiones son modestas y tienen que ver con cambiar la vida, un poco al menos, y no ya el mundo. No se puede. Conocí a varias mujeres, me casé, me divorcié, tuve hijos. Conocí el amor mucho después. He visto el mar. Caminé de noche por la Plaza Roja de Moscú y subí al cerro Guanaco en Tierra del Fuego. Me senté a ver el río en el muelle de la isla Martín García, viajé en tren a Tolosa y en París contemplé Noche estrellada , un cuadro de Van GoghMe gusta andar en bicicleta. En casa me acompaña un gato que mis hijos bautizaron Gruss Willis. Es capaz de desaparecer por los techos y volver al siglo siguiente. Me gusta la lluvia, el viento, los bosques, las olas, algunos relatos y ciertas canciones. Doy clases de escritura, periodismo narrativo y entrevista periodística. No sé de qué hablar en las reuniones. Mi analista me enseñó que no es posible cambiar a nadieDetesto el egoísmo, las frases hechas, los libros de autoayuda, el calor, las bromas en las fiestas, la tortura, la insensibilidad generalizada. Tomo distancia de quienes se sienten santos, profetas o poderosos...yo incluido. Pienso que el mundo está en manos de gente que debería ser combatida hasta el fin. Como Gramsci soy pesimista en la idea y optimista en la acción. No tengo esperanzas. Sólo un par de trabajos pendientes y un vaso lleno de sed.
L.

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