Tan dulce y liviana, tan extremadamente delicada, curvada como un junco sobre el río sin orillas. Gacela de la huida, sus pechos apenas insinuados bajo la camisa a cuadros, su risa abierta y leve, las manos de niña o ángel, las uñas recortadas y sin pintar, un ligero temblor en el cuerpo fino. Tan liviana y dulce, invisible casi, se curva como un junco sobre el río sin orillas. Hunde la punta en el agua y, tensa y esbelta, vuelve desnuda y sola a enredarse con el mundo.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario