sábado, 1 de septiembre de 2012

Curvada como un junco

Tan dulce y liviana, tan extremadamente delicada, curvada como un junco sobre el río sin orillas. Gacela de la huida, sus pechos apenas insinuados bajo la camisa a cuadros, su risa abierta y leve, las manos de niña o ángel, las uñas recortadas y sin pintar, un ligero temblor en el cuerpo fino. Tan liviana y dulce, invisible casi, se curva como un junco sobre el río sin orillas. Hunde la punta en el agua y, tensa y esbelta, vuelve desnuda y sola a enredarse con el mundo.
L.

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