Lo mejor es hablar de cosas lejanas. Son esas las que uno ve con mayor precisión. Lo mejor es siempre soñar con algo más alto, inconcebible, absurdo, carente por completo de sentido. De lo otro, de lo posible, sabemos ya demasiado. De lo inaudito, o de lo que todavía no pasó y acaso nunca ocurra, no sabemos nada. Solamente de eso debemos hablar. Y de lo otro, claro, mejor callar.
L.
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