Algunos mitos poderosos nos hicieron creer que el amor puede sublimarse y convertirse, con el tiempo, en creación artística. Todo empezó con Sócrates, siguió con el romanticismo y terminó con el psicoanálisis. La idea sería que ante la ausencia del ser amado un escritor puede componer una novela y hasta volverse famoso con el fruto del dolor. Lo mismo un cantante o un pintor. Yepeto, una obra de Roberto Cossa, cuenta la historia de un viejo profesor de literatura que quiere seducir a una alumna joven y hermosa. La chica tiene un novio joven y hermoso como ella. Al muchacho le falta algo que el profesor tiene (saber, cultura, sensibilidad, etcétera). Pero al maestro le falta otro algo que el chico posee en abundancia (no entraremos en detalles). El profesor pudo haber optado por sublimar su deseo y escribir poemas, novelas o lindos ensayos. Pero él quería acostarse con la alumna. Y en fin. Para qué seguir. El hombre, ya mayor, termina solo y ebrio en su casa pronunciando una frase elocuente. Me cago en la literatura. Y así es. Porque si bien el amor está ligado al lenguaje no puede alojarse en la escritura. Necesita del cuerpo y ahí está el problema...y la no tan fácil solución.
L.
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