Acabo de leer un lindo poema titulado La oreja verde. Es una oreja especial que tienen algunas personas, jóvenes o viejas, para escuchar a los niños. Qué bien. Me gusta la idea. Escuchar no sólo a los de siempre y nunca. Estar abiertos también a otros lenguajes que nos hablan. Escuchar al mar, a los perros y gatos, a los médanos, a los cuerpos, a los sueños, a los caballos, a nosotros mismos. Nos está faltando una oreja verde, roja, azul o amarilla. Mi instructor de yoga lo resumiría del siguiente modo. Abrir el pecho al mundo.
L.
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