Es una película francesa. Yo la amaba. No a la película francesa. Así se llama el film. Es una historia de amor frustrado. Un hombre casado resucita del letargo cuando conoce a una tal Matilde. Joven, inteligente, directa, hermosa. Matilde se enamora del hombre casado sin el cual, dice, se aburre. Luego hay un largo recorrido por camas y baños de hotel. Las ilusiones. Los planes. La búsqueda, luego abandonada, de un hogar común. Después viene el después. El vínculo se rompe. La amante se cansa de ser la amante y se acuesta con cualquiera. El marido elige la comodidad. Pero se siente un muerto junto a una muerta, o sea, su esposa. Parece una historia contada y vivida y vuelta a contar cien mil veces. Pero la película francesa no es buena por eso. Es buena porque es buena, es decir, porque está bien resuelta en todos los aspectos. A veces trato de explicar esto a mis alumnos de escritura. Todo es forma, les digo. Pero no me entienden o yo no lo sé explicar o quizás lo que debería hacer es ver junto con ellos la película francesa cuyo título se tradujo en la Argentina como La quise tanto. Yo la amaba es mejor.
L.
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