Aspiramos a completar todo. Pero no hay manera. Pura mitad, pura incompletud, siempre falta algo y ni siquiera sabemos qué. La verdad es media verdad, el orgasmo no llena del todo, los viajes no terminan de encantarnos. Y si nos encantan se acaban como todo. ¿Lo inacabado debería ser visto entonces como una desgracia? En absoluto y al contrario. Lo incompleto es la fuente de la existencia. Vivimos para completar. Pero, qué suerte, no completamos jamás.
L.
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