viernes, 24 de febrero de 2012

Doble vida

La verdadera vida es secreta. La otra, la que hace falta para sobrevivir, es pública. Buen día señor, buen día señora, buen día doctor. Pero los días que valen son nuestros y no se comparten con nadie. O se comparten con pocas personas. A lo sumo una. A lo sumo dos. ¿A quién le digo que estoy triste? ¿Con quién alivio el deseo? ¿Por qué duele tanto la felicidad? Los otros días, los que hacen falta para sobrevivir, son carteles pegados en esquinas estratégicas de la ciudad. Cuando cae la noche y se acaban los gritos empieza a armarse un mundo dentro del mundo. La prohibida intimidad nos redime y se despliega detrás de las ventanas. Se oye apenas el mar. Se oye apenas el viento. Son instantes brevísimos donde hasta es posible respirar. Eso dura hasta la mañana siguiente, la de hoy, la que hace falta para sobrevivir. Y entonces claro. Y entonces cómo no. Buen día señor, buen día señora, buen día doctor.
L.  

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